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Profesor de la Universidad de Missouri, Columbia (Estados Unidos) y director del Centro Cultural Hispano Guineano de Malabo durante algunos años, el resto de su vida la ha pasado en España en calidad de refugiado político. Esta semana ha sido invitado por la Universidad de Brasilia y la de Rio Grande do Norte (Brasil) para hablar del pasado y presente de Guinea Ecuatorial.
Ndongo aprovecha todo espacio a su alcance para expresar su rechazo a un sistema político impuesto por Teodoro Obiang en 1979 que empuja a miles de ecuatoguineanos a vivir en el exilio a la espera de un cambio que les permita regresar.
Pregunta: Es su primera vez en Brasil, ¿le sorprende el interés aquí por Guinea Ecuatorial?
No, no me sorprende pues, por un lado, la herencia africana en Brasil es suficientemente importante como para que Guinea Ecuatorial suscite interés. Parece que todo lo africano lo despierta tanto en la sociedad civil como en el propio gobierno brasileño. No me sorprende. Y ahora sabemos que tanto Lula da Silva como la actual presidenta tienen relaciones importantes con Guinea Ecuatorial, relaciones económicas y políticas. Así, es normal el interés de la población y, sobre todo, de la universitaria.
Usted es uno de los escritores más reconocidos de Guinea Ecuatorial, ¿cree que su actividad política y literaria han podido cambiar algo la forma de pensar de sus compatriotas?
Mucha gente cree que la literatura es inútil. Sobre todo en países donde no existe tradición de lectura, por razones culturales, puesto que las nuestras son fundamentalmente culturas ágrafas, sin una tradición de escribir. Creemos que la literatura que estamos haciendo los escritores africanos en la actualidad es una literatura que debe servir no sólo para deleitar a la gente, sino para incidir en nuestros problemas, plantear nuestros anhelos y frustraciones y, a través de ello, concienciar a la población sobre la situación de opresión que se está viviendo en general en África y en particular en Guinea Ecuatorial desde que accedimos a las independencias. De manera que la literatura no es inútil.
La literatura africana, en concreto la de Guinea Ecuatorial, está siendo muy útil en esa labor de concienciación, a pesar de los límites impuestos por el régimen, primero el de Francisco Macías y actualmente el de Teodoro Obiang, para que no llegue a la población. Nosotros tratamos de romper el discurso único. Y la única forma de romperlo, para que haya una verdadera pluralidad en la opinión de los guineanos, es hacer una literatura creíble. Y esta, no solamente ahora sino también en el futuro, transforma y transformará esa realidad.
Guinea obtuvo su independencia de España en 1968 y a día de hoy continúa siendo una gran desconocida para la población española en general… ¿Por qué conocemos tan poco sobre su país?
Porque de alguna manera la política española hacia Guinea Ecuatorial desde los tiempos de Franco, es decir, desde los tiempos de la descolonización, a mediados de los años sesenta, ha borrado a Guinea Ecuatorial de la conciencia de los españoles. Y yo vivo en España desde hace muchísimo tiempo y me encuentro casi diariamente con españoles que se sorprenden de que un negro, un africano, hable un castellano correcto. Tengo que explicarles que en Guinea Ecuatorial el idioma oficial, a pesar de las cosas que haga el presidente Obiang, sigue siendo el español, porque fuimos provincias de España. Fernando Poo y Río Muni lo fueron exactamente igual que cualquier otra. Y sin embargo la gente, sobre todo la juventud, ya no lo sabe; los mayores incluso lo han olvidado. Eso tiene que ver con la política por supuesto, con la mala, diría yo, que están haciendo todos los gobiernos de España desde la descolonización.
Parte de su obra literaria habla directamente de aspectos relacionados con tal colonización española. Sus libros están prácticamente agotados en España. ¿Por qué no se reeditan?
Por una razón muy sencilla, y es doloroso decirlo, pero es la pura realidad. Mis libros y, en general, toda mi actividad periodística, literaria, etc., depende del momento en que se encuentren las relaciones entre España y Guinea Ecuatorial. Cuando parecía que esas relaciones podían ser buenas, de alguna manera se trataba de jalearnos, a los intelectuales guineanos. Pero cuando nos pusimos frontalmente contra la dictadura, contra la tiranía que está imperando en Guinea Ecuatorial y contra los modos despóticos de ejercer el poder de Teodoro Obiang Nguema, parece que desde ciertos círculos de poder en España (yo no entro en el debate ideológico entre unos y otros, yo hablo de la acción española en Guinea Ecuatorial) se ha tratado de ignorarnos, de ningunearnos e incluso de impedir que sigamos desarrollando nuestra labor.
Todo el mundo sabe, o debería saber, que Guinea Ecuatorial ni empezó ni terminará con Teodoro Obiang. Guinea Ecuatorial es un país con futuro, y ese futuro está en los guineanos, y siempre los habrá. Y España debería saber que, puesto que siempre los habrá, no debe limitarse a tener unas relaciones excelentes con el régimen imperante sino, sobre todo, con la población, con los ciudadanos de Guinea Ecuatorial. Eso es lo que echamos en falta.
¿Cómo se siente al vivir desde hace 50 años lejos de su tierra natal? ¿Cuando acabe el régimen dictatorial de Obiang piensa regresar?
Por supuesto. No solo eso, sino que estoy haciendo todo lo posible para que podamos regresar a Guinea Ecuatorial. Todos los que desde hace casi cincuenta años estamos padeciendo un exilio ignominioso. El exilio para mí tampoco es un trauma, desde el momento en el que no estoy obsesionado con él. Sigo haciendo mi vida dentro de la normalidad que me permite esta circunstancia tan especial que me ha tocado vivir; dentro de una aparente normalidad, trato de seguir haciendo una vida como todo el mundo. Sin embargo, debo reconocer que el exilio pesa porque, entre otras razones, aparte de las familiares, sentimentales, etc., la savia que me permite crear, hacer literatura, no es que se haya secado, pero simplemente no la tengo cotidianamente, pues la literatura se nutre de los paisajes, de los olores, de la visión cotidiana y la realidad de las personas, de cómo se mueven, qué hacen, qué sienten, qué piensan, qué anhelan, cuáles son sus frustraciones. Y todo eso es lo que me falta cotidianamente como alimento espiritual para nutrir mi literatura. Desde ese punto de vista y, por supuesto, desde el punto de vista político, cultural, familiar, mi deseo y mi trabajo cotidiano es tratar de regresar cuanto antes y no morir como tantos guineanos que están desapareciendo casi todos los días en España, sintiendo el dolor y la nostalgia de no morir en su propia tierra con su último aliento.
En un país en el que apenas existe acceso a voces como la suya debido a la censura de Internet, ¿cree que es posible que puedan surgir críticas al régimen desde dentro?
Históricamente, la censura nunca ha sido efectiva, en ninguna parte del mundo. A pesar de la represión física, de las torturas, de los fusilamientos arbitrarios y, en fin, de la pena de muerte impuesta sin garantía, aunque la pena de muerte, simplemente, ya no debería existir, ni en Guinea Ecuatorial ni en ninguna parte… A pesar de toda esa represión y de la miseria a que el régimen de Obiang está condenando a la gran mayoría de la población, en un país tan inmensamente rico. Incluso con todas esas dificultades y obstáculos la gente sigue sintiendo. Y eso es lo que no entienden los tiranos. Ese sentimiento es el que genera una opinión y un estado de ánimo negativos hacia la acción de un gobierno. Como el de Guinea Ecuatorial no es un gobierno que se preocupe por los intereses de su propia población ni que esté haciendo absolutamente nada por su pueblo, lógicamente, el pueblo siente esas carencias y ese abandono, y eso provoca la crítica que está surgiendo dentro, independientemente de la acción que podamos llevar a cabo desde el exterior. Una acción que estamos llevando a cabo y que también llega. El conjunto de todos esos factores es lo que crea ese estado de ánimo de la población guineana, ansiosa de que ese régimen termine.
El Instituto Cervantes invitó recientemente a Teodoro Obiang a dar una conferencia en Bruselas. ¿Qué siente usted al recibir este tipo de noticias?
Lo primero que uno siente es asombro. Asombro porque Teodoro Obiang, primero, no es lingüista, ni escritor, profesor o investigador de la lengua española y no ha hecho absolutamente nada ni tiene un sólo mérito académico o profesional para hablar de la lengua española en un foro como el Instituto Cervantes. La segunda reflexión que podría hacerse al efecto es que sí que hay filólogos, escritores, investigadores guineanos relevantes que nunca han merecido tan alto honor, el de hablar en un foro como el Instituto Cervantes. Sin embargo, se invita a un señor cuyo único mérito es ser el presidente del único país de África que tiene como lengua oficial el castellano.
Pero si tenemos en cuenta que desde que Obiang llegó al poder en 1979 ha hecho todo lo posible por eliminar todo lo español, el asombro aumenta. Y no es una simple opinión de una persona crítica con el régimen, sino que es la realidad basada en datos. En 1997 el régimen de Teodoro Obiang declaró el francés lengua cooficial en Guinea Ecuatorial, al mismo tiempo que metía al país en la Francofonía con calzador, pues no hubo ninguna consulta al pueblo ni ningún debate, en detrimento de la lengua española. En 2007 metió, también con calzador, el portugués como lengua cooficial. Y hace escasamente unos meses, Guinea Ecuatorial entró a formar parte de la comunidad de países lusófonos. Todo eso en detrimento del español.
Guinea Ecuatorial es además el único país hispánico que carece de una academia del español para la normalización de la lengua o, en fin, de las formas dialectales que se están dando en el español de Guinea Ecuatorial. No se potencia su enseñanza y los niveles de analfabetismo, real y funcional, están aumentando. Cualquiera que llegue allí verá que se habla cada vez menos español fuera de las ciudades y de la clase funcionarial, en los pueblos del interior de la isla de Bioko o de la parte continental de Guinea Ecuatorial, el nivel de comprensión y de entendimiento de la lengua española está disminuyendo, según estudios académicos importantes realizados en la propia España y en otros países como Estados Unidos.
Teniendo todas esas circunstancias en cuenta, sorprende, cuanto menos, que se invite a Obiang a hablar de la lengua española en un foro como el Instituto Cervantes, cuando se está ninguneando a los que de verdad están haciendo todo lo posible desde un trabajo intelectual serio por la pervivencia de la lengua española.
Publicado originalmente en: blogs.elpais.com/africa-no-es-un-pais/2014/05/donato-ndongo.html
(*) Alejandro de los Santos es el fundador de la revista afribuku sobre cultura africana contemporánea y profesor del Departamento de Lenguas Extranjeras y Traducción de la Universidad de Brasilia. Esta entrevista ha sido realizada en conjunto con los estudiantes de Lenguas Extranjeras Aplicadas de esta institución.
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