afribuku

cultura africana contemporánea

Crónica del Festival de Músicas do Mundo de Sines 2017

Es madrugada en Sines pero en sus calles la vida no para. Transeúntes, cuesta arriba, cuesta abajo, van esparciendo buen humor por donde pasan. «¡Este es el mejor festival del mundo!«, oímos a alguien gritar. No sabemos si del mundo, pero probablemente sí que sea la cita musical más sobresaliente de nuestro país vecino, dejando de lado los grandes festivales mainstream. Una programación de artistas variada y exquisita, un sugestivo escenario con Castillo y océano de fondo, una organización que trata a los periodistas como reyes (…) y, lo mejor sin duda, un público de esos con los que los músicos sueñan en las camionetas y los aviones durante sus giras.

En total, 56 conciertos repartidos por nueve días, entre dos localidades, y un presupuesto de cerca de un millón de euros, la de Sines es una apuesta que se ha rebelado ganadora; una cita que es ya parte del calendario oficial de los residentes, como cualquier fiesta sagrada o carnaval. Es, además, una de las pocas ocasiones que tenemos en la Península de ver reunidas a leyendas de África. Por sus escenarios han pasado figuras como Rokia Traoré, Angélique Kidjo, Salif Keita o Femi Kuti, por mencionar solo algunos nombres.

Por tercera vez, afribuku ha sido medio oficial del FMM Sines, esta vez asistiendo un par de días más que el fin de semana de rigor. Hemos escuchado tantas cosas buenas que nos va a costar centrarnos en lo que mejor conocemos, los artistas y las músicas del continente africano. No prometemos nada, puede que el boli se nos ponga rebelde y se cuele algún nombre proveniente del este, oeste o norte de las costas de África. Aquí va la crónica musical de este festival que nos sigue enamorando año tras año, con fotos de nuestra colaboradora Yolanda Macías*.

Miércoles 26 de julio

Recién llegadas a Sines, nos recibe un Richard Bona como nunca antes lo habíamos visto: Acompañado por la banda Mandekan Cubano, el camerunés ha dado un giro musical de 180 grados, dejando atrás el intimismo y la serenidad que lo caracterizaban. Su jazz se ha llenado del color y los aires de la isla caribeña y su concierto derivó rápidamente en una danza perpetua. La música cubana ya no tiene que demostrar que nadie la gana haciendo bailar a la gente. Bona tiene muchas tablas y es un excelente maestro de ceremonias; combinó bromas instrumentales con un discurso mínimo pero contundente y, con un solo gesto, consiguió que la audiencia del Castelo, como un coro que llevase meses ensayando, le entonase una nota alta para usarla de base a su a capela. Después del dj set de los daneses Den Sorte Skole, cuyo visual futurista y oscuro nos desconcertó durante unos buenos minutos, bajamos a la avenida Vasco da Gama para ver la última propuesta de Ifriqiyya Électrique, resultado de un viaje por el oasis tunecino de Tozeur. Desde Francia, François Cambuzat y Gianna Greco meten cuerdas eléctricas a las voces e instrumentos tradicionales de tres sacerdotes Banga. La mezcla suena a trance pero también a metal, exactamente como las grabaciones que circulaban desde la pantalla del escenario, rodadas durante ceremonias sufíes en Tozeur pero que, por cómo acompañaban a la guitarra, parecían sacadas de un concierto de heavy metal. La simbiosis es perfecta, a pesar de dejar desorientado a más de un asistente.

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Jueves 27 de julio

No había ningún artista africano en el cartel, pero la simple presencia de Emicida merecía nuestra asistencia. De acuerdo, lo admitimos: es que nos gusta el rap, cada día más, sobre todo cuando se trata de una de las caras más representativas del hiphop brasileño actual y que ha colaborado con el ghanés Blitz the Ambassador. Su último disco, que venía presentando, es además el producto de un viaje por Angola y Cabo Verde. Esperábamos pues encontrarnos con un Emicida más soft y melódico, como el de sus últimos singles, pero por suerte su rap sonó con la fuerza que lo hizo conocido, muy brasileño, sí, y también muy comprometido. Producidas por el líder de Balkan Beat Box, las hermanas A-WA («sí» en árabe) aprovecharon la inercia del concierto anterior para hacernos saltar con su brillante mezcla de hip hop, reggae, electrónica, rock progresivo y música tradicional yemení, nacionalidad de sus abuelos. Como suele pasar a los artistas israelíes, se llevaron su buena dosis de abucheos por una parte del público y hasta pararon el concierto para aclarar: «Venimos para traer amor«. Y, como Sines es Sines, les respondieron dibujando corazones con las manos y seguimos con el tema principal que nos preocupaba, la música. Un dato para los que tienen el vicio de silbar en estas situaciones: el single «Habib Galbi«, interpretado por la banda, fue un éxito en Medio Oriente y el único cantado en árabe que ha alcanzado un número uno en Israel. Aplíquense el ejemplo. En el palco de la playa nos esperaba un nombre con mayúsculas de la música y la cultura garifuna, Aurelio. Embajadora de este pueblo mestizo de Honduras, Belice, Guatemala y Nicaragua, la parranda de Aurelio nos hacía pensar en un American Folk enriquecido.

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Viernes 28 de julio

El fin de semana en el castillo comenzó potente con BCUC, una de las grandes sorpresas del FMMS y que ya han pasado por España este mismo año convidados por Casa África. Los sudafricanos tocan instrumentos tradicionales de los que sale música contemporánea. Comenzaron sus percusiones características, unas bases in crescendo rodeadas de un ambiente soul de los 50, oscuro, cantado en Xhosa y con una rabia contenida que se desataría por la boca del cantante principal. El tren musical salió disparado para recorrer la historia de la música afroamericana, revisitada con acento de Soweto. Por momentos nos pareció oír otro grupo, los franceses Mei Tei Sho. Un contínuo en todo el concierto: el público y el vocalista principal no pararon de saltar, dejando el listón rítmico demasiado alto para el dúo Fatoumata Diawara e Hindi Zahra. Sin sorpresas pero con tristeza, constantamos lo que ya hace tres años intuíamos: la maliense se está dejando arrastrar por las cálidas corrientes de la World Music de masas. A nosotros, que tanto la queremos a pesar de todo, su propuesta nos deja tibios, y estuvimos a punto de salir corriendo con ese estribillo pop mediocre que cantaba «I will follow you…». En boca de todos estaba una idea: la «marroquina» no pintaba nada al lado de Fatoumata. Hindi Zahra es una voz más dada para un ambiente interior que queda completamente eclipsada por la personalidad arrolladora de Fatoumata. Un pedido para esta última: Vuelve, Fatou. A continuación, el conocido Mário Lúcio, que presentaba su lp «Funanights», un atrevido viaje a la periferia y las posibilidades de esta música caboverdiana que está más de moda que nunca. Los amantes del funaná -que en Portugal son muchos- se sintieron algo decepcionados por no encontrar los sonidos a los que están acostumbrados. Pero, purismos aparte, lo cierto es que Mário Lúcio ofrece una visión muy meditada del género, explorando sus orígenes como un intercambio entre marinos caboverdianos y del noreste de Brasil e interpretándolo con un estilo ecléctico y personal. El castillo cerró puertas con un concierto esperadísimo, el de Orlando Julius acompañado esta vez por la banda de funk brasileña Bixiga 70. El espectáculo abrió con un clásico de los Tincõas, «Deixa a gira girar«, y desde que Orlando y su bailarina y vocalista salieron a escena, lo único que sucedió fue la expectativa de un apogeo que nunca llegaría. Sobre el escenario, Latoya (que así se llama) dejaba a Orlando con un perfil bajo, siempre un paso atrás, dirigiendo como si fuera ella a quien veníamos a ver. Aunque el nigeriano demostró que está en plena forma, nos fuimos con la sensación de que nos habíamos perdido algo; tal vez la propuesta del conjunto es más acorde con un ambiente familiar, donde el highlife y el afrobeat nos hubieran dominado por pies y caderas, pero en el marco de un gran festival dejó un sabor a desestructuración.

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Sábado 29 de julio

Comenzamos el último día del Festival con la cálida voz de Lura, que introducía su último disco, «Herança». Lura es un ejemplo perfecto de esa generación caboverdiana nacida y crecida en Lisboa, que se comunica en criollo y que sigue cantando y bailando a ritmo de las músicas de sus padres y tíos. Lura visitó por primera vez el archipiélago luso con 21 años y se instaló allí hace solo tres, pero es ya una de las grandes representantes de la música de Cabo Verde. Alguien la ha denominado una buena «aspirante a diva» ,y por su belleza, voz, simpatía y saber estar también le daríamos ese título. Ahora toca ver cómo la recibe el público no lusófono. Después de una aspirante, una diva imprescindible inauguraba la noche sonando a Malí a través de las cuerdas del kamale ngoni. Era una Oumou Sangaré renovada, que reaparece con nuevo disco, nueva imagen y un sonido más actual pero que no traiciona su raíz ni cae en el pop edulcorado de Diawara. La juventud es su inspiración, lo ha repetido Oumou Sangaré en el palco de Sines y en otros tantos del mundo. Para nuestro deleite, su voz no ha perdido nada de fuerza, pero es verdad que a la maliense le cuesta darse al cien por cien sobre el escenario. Los fuegos artificiales dieron entrada a Tiken Jah Fakoly y su banda, con ngoni doble incluido, como colofón en el castillo. Para los amantes del reggae, no dudamos que sus álbumes sean interesantes, pero en el directo la voz del marfileño suena a cansada, desmonta las canciones y el ánimo de los menos ebrios. Aunque sonaron grandes clásicos como «Ça va faire mal«, «Françafrique» o «Ils ont partagé le monde«, nada consiguió salvar el concierto que cerraba la programación principal, ni siquiera una versión regulera del «Get up, Stand Up» de Marley. En resumen, echamos de menos este año alguno de esos clímax musicales que nos brindaron en 2014. Por suerte, el fin de fiesta en el palco de la playa estaba dirigido por la batuta del dj Celeste Mariposa, que durante unas tres horas alternó vinilos como si recitase páginas de una enciclopedia de la música afrolusa. Sus sesiones ‘Afrobaile‘ vuelven locos a muchos en Portugal y, esperamos, también próximamente en España. Con el amanecer sobre la bahía que vio un día al navegante Vasco da Gama nacer, nos despedimos un año más de Sines, esperando volver muy pronto. Y mientras tanto, os ofrecemos esta playlist de vídeos que podéis ver pinchando aquí.

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*Yolanda Macías Saúco es especialista en comunicación y cultura para el desarrollo, con más de 15 años de experiencia profesional por países como Santo Tomé y Príncipe, Mozambique, Senegal o Argelia, entre otros, donde ha trabajado en instituciones como Naciones Unidas o la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo. Licenciada en Comunicación Audiovisual, máster en Gestión Cultural y en Cooperación para el Desarrollo, trabaja en la  actualidad como freelance promocionando las industrias culturales africanas y colabora con medios de comunicación especializados como Planeta Futuro, de El País. 

 

 

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