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cultura africana contemporánea

La leyenda del torero negro

Autor invitado: Juan Ramón de la Vega*

Ya hace tiempo que la festividad de la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla, dejó de ser una de las citas más esperadas del calendario taurino. Sin embargo, merece la pena volver la mirada hacia atrás para recordar una de las tardes de glorias más singulares de la que hoy se cumple cuarenta años, pues tal día como hoy tomó la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla Ricardo Paulo Chibanga, el primer matador de toros negro africano de la historia.

Si ya de por sí cuesta trabajo pensar que un matador de toros negro pudiera consagrase en la catedral del toreo hispalense, aún más trabajo cuesta imaginar cómo fue posible que Ricardo, oriundo de Mozambique, llegara a ser figura del toreo.

Todo comenzó un 8 de noviembre de 1947, día en el que nace el joven Ricardo Paulo Chibanga en Lorenço Marques (actual Maputo), ciudad que por aquel entonces era la capital de Mozambique. El joven africano se crió en el seno de una familia pobre. Su padre regentaba una pastelería, mientras que su madre aguardaba en casa ocupándose de sus siete hijos, de entre los cuales Ricardo ocupaba el cuarto puesto en la línea de sucesión.

Gracias a la poca distancia que separaba el coso taurino de la casa familiar de los Chibanga, Ricardo comenzaría su primer empleo a los nueve años de edad, el cual consistía en repartir publicidad de los carteles taurinos por los aledaños de la plaza de toros, así como también en la estación de trenes para captar la atención de los turista africanos que llegaban a Mozambique cada fin de semana.

Chibanga

Y fue de esta manera como se fue despertando en el joven africano su pasión por el mundo de los toros. Según contaba Isabel, la hermana mayor del torero, cada tarde cuando Ricardo terminaba de trabajar, regresaba a casa con un par de amigos con los que jugaba con un paño rojo y dos palos que él mismo había adornado con cintas, parodiando a las grandes figuras de la época, tales como Diamantino Vizeu y Manolo Do Santos.

Con el paso del tiempo, Ricardo se va integrando en el mundo taurino hasta que por fín, un apoderado portugués decide apadrinarlo con vistas a poner en marcha un espectáculo cómico en el que el joven africano fuera el protagonista. El joven Chibanga ve así una oportunidad para comenzar y decide aceptar, aunque poco a poco va demostrando que tiene hechuras de torero y que lo suyo va en serio.

Cuando Ricardo terminaba de trabajar, regresaba a casa con un par de amigos con los que jugaba con un paño rojo y dos palos.

Así fue como Ricardo consigue viajar hasta a Portugal en un avión de las Fuerzas Armadas portuguesas para que por fin se forme en una escuela de toreo en la localidad de Golegá. Allí el joven africano comienza una carrera apoteósica como novillero, llegando a participar en los años 68 y 69 en más de 70 novilladas. En ellas destacan sus salidas a hombros gracias a los numerosos trofeos que iría acumulando, tarde tras tarde, en cosos como los de Villafranca de Xiles, Santarém o Campo Pequeno.

Hasta que por fín, un nuevo empresario del mundo taurino sevillano pone los ojos en él, es entonces cuando Ricardo decide mudarse a Sevilla para trabajar bajo la atenta mirada de Manuel Carneiro, quien le ayuda a integrarse entre figuras de la época, como Rafael Torres y Paco Camino, con quienes solía entrenar en un pequeño solar que por aquel entonces se hayaba junto a lo que era el Cine Andalucía.

Es entonces cuando Chibanga comienza a aparecer en los carteles con el pseudónimo de «El africano», título con el que le bautizó Antonio Maravilla en el año 67 en la Plaza de San Sebastián de los Reyes y que, sin duda Chibanga aceptaría con orgullo.

Y así fue como Ricardo se fue haciendo con un puesto entre los carteles de la época, hasta que por fín llegaría su gran día, pues el 15 de Agosto de 1971 Ricardo tomaría la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla, después de que Antonio Bienvenida le cediera la muerte de un toro de 517 kilos de la res de Pérez Angosto y con Rafael Torres como testigo.

Ricardo Chibanga en la Real Maestranza de Sevilla

Según el propio Ricardo, la gracia de Dios estaba con él, por lo que preparó el mejor su traje, de blanco y oro. Sabía que Sevilla no era una plaza más, sino que toda su carrera dependería que lo que hiciera esa tarde, por lo que no podía haber margen de error. Según cuenta el propio Ricardo Chibanga «la oportunidad que tenía era única, habían venido muchas personas de Portugal para verme y yo no los podía defraudar, de modo que antes de salir a la plaza le recé a la Virgen de Fátima y a la Macarena para que todo saliera bien. Entonces Bienvenida me dijo: Ricardo, buena suerte, tú puedes ser torero, hay que luchar, hay sufrir, hay que pelear, pero estoy seguro que lo vas a hacer bien. Mucha suerte Ricardo. Me dio un abrazo y yo me emocioné. Y así fue, maté al toro de la primera estocada y corte una oreja, la única que se cortó esa tarde».

Al día siguiente los periódicos de la época destacaban el buen hacer del mozambiqueño en el coso hispalense. El Correo de Andalucía citaba textualmente: «contento puede estar el nuevo matador de toros. Al de su alternativa le cortó la oreja, la única cortada esta tarde. Justa y merecida. Toreó, banderilleó, hizo una gran faena de muela y mató bien. Todo completo, todo sobrecargado de valentía y seguridad.»

A partir de esa tarde de gloria, el joven africano comienza a recorrer los ruedos de toda España codeándose con las grandes figuras de la época. Durante todo un año, el africano cosecha exitos en plazas como Barcelona, Madrid, San Sebastian y Sevilla. La fama de Ricardo se extiende hasta el punto que un año más tarde, repetiría cartel en el ruedo hispalense y de nuevo el día de la Virgen de los Reyes, esta vez acompañado de Rafael Torres y un joven Curro Romero que, sin duda, acaparaba toda la atención del momento.

Según el propio Curro Romero, «la tarde se presentaba calurosa y la gente acudía a la corrida atraídos por la excentricidad que causaba ver a un torero de raza negra, cosa que me preocupaba ya que no sabía nada acerca de Chibanga, no sabía si lo haría bien o mal». Pero, una vez más, el torero africano dejaba buen sabor de boca entre los aficionados, y eso, a pesar de que esa tarde no hubo orejas.

A Pablo Picasso le gustó tanto su forma de torear que le regaló uno de los cuadros

Ya no cabía ninguna duda, Ricardo sabía torear, y lo hacía bien. Tal y como asegura su compañero Rafael Torres, «Ricardo no sólo sabía torear, sino que era un torero muy completo, pues era de los pocos que se atrevían a poner las banderillas«. Todo ello permitiría a Ricardo que se ganara la confianza, no sólo de sus compañeros, sino dentro de todo el ámbito taurino.

Conviene señalar, que por el color de su piel, Ricardo era un torero distinto a los demás, sin embargo nunca fue víctima de ataques racistas. Así mismo lo asegura el propio Chibanga, quien según dice, nunca llego a temer actitudes en su contra que le puedieran cerrar las puertas en un mundo a priori bastante reservado, y más aún en una ciudad como Sevilla con una idiosincracia un tanto clasista.

joven_y_burlaero

Tras los éxitos conquistados por toda España y Portugal, el africano comienza a probar suerte en países como México, Colombia, Macao, e incluso Francia, en donde casualmente conoce al pintor malagueño Pablo Picasso, gran aficionado a los toros, que casualmente había acudido a la plaza de Freijus para asistir a una corrida sin imaginar que se iba a encontrar con un torero negro. Según acredita Rafael Inglada, biógrafo oficial del pintor malagueño, a Picasso le impresionó bastante encontrarse con un torero negro, tras hacer el paseíllo el torero se acercó a este, quien a su vez lo saludó desde la barrera y más tarde invitaba al joven Chibanga a cenar con él y su mujer Jaqueline en el hotel donde se hospedaba. Esa misma noche, el pintor malagueño regalaría al joven Chibanga una de sus obras en agradecimiento por brindarle la muerte del toro.

Pero si había un país que Ricardo quería volver visitar, ese era el que le vio nacer, Mozambique, a donde regresó como matador de toros profesional en el mes de julio de 1973. La visita del joven torero a la Monumental de Lorenço Marques supuso todo un acontecimiento en el país. La plaza no sólo se abarrotó de mozambiqueños, sino que además llegaron muchos sudafricanos atraídos por la fama con la que se había hecho el joven matador de toros. Como cabía esperar, la tarde fue un éxito absoluto, y Ricardo salió a hombros por la puerta grande, siendo aclamado por las calles por sus paisanos.

Durante toda su carrera como matador de toros, Chibanga recibió varias cornadas que a punto estuvieron de quitarle la vida, de entre las que destaca la que recibió en el cuello mientras toreaba en la Monumental de Barcelona. Sin embargo, no sería un toro lo que le haría retirarse de los ruedos, sino los graves problemas de visión que le empezaría a afectar a partir del año 74, año en el que torearía oficialmente por última vez en la colonia portuguesa de Macao, en China. Tras ello, Ricardo decidió establecer su residencia en la localidad portuguesa de Golegá, para comenzar su carrera personal como empresario taurino. Ricardo decidió adquirir dos plazas de toros desmontables para organizar corridas de toros en aquellas localidades en las que no hay coso taurino, un negocio que le mantiene vivo y respetado en el mundo del torero, así lo asugura su compañero luso Vitor Mendes. Tanto es así, que incluso ya tiene una calle que lleva su nombre en la localidad en la que reside.

Hoy por hoy, a sus 75 años de edad, Ricardo es una persona plena, satisfecha, amigo de sus amigos, así lo asegura Rui Sousa, un forcado vecino de Golegá que se ha mantenido al lado de Ricardo desde sus comienzos en Portugal hasta la presente.

Puede que Ricardo no haya marcado un estilo, o una época, pero Ricardo Chibanga siempre será recordado en los anales de la tauromaquia por haber sido el primer matador de toros negro de la historia.

Ricardo

________

* Juan Ramón de la Vega (Sevilla) es licenciado en periodismo y comunicación audiovisual. Ha trabajado para numerosos medios de referencia en España como Antena 3, Canal Sur y Telecinco. Como corresponsal freelance cubrió el Mundial de Fútbol de Sudáfrica en el año 2010. Es autor de un documental sobre la vida del torero luso-mozambiqueño Ricardo Chibanga.

Su blog: http://juanramondelavega.wordpress.com/

3 Comentarios

  • Jose Quiroz
    Jose Quiroz

    El torero peruano Rafael Santa Cruz Gamarra es el primer torero negro de la tauramaquia
    Nacimiento 3 de julio de 1928
    Bandera de Perú Lima, Perú
    Fallecimiento 11 de marzo de 1991,
    Rafael Santa Cruz Gamarra (La Victoria, 3 de julio de 1928 – Lima, 11 de marzo de 1991)1​ fue un torero afroperuano.2​ Fue conocido como Lima con traje de luces. También era el padre del músico Rafael Santa Cruz Castillo.3​

    Biografía
    Nació el 3 de julio de 1928 en el distrito de La Victoria, en Lima. Descendiente de etnias originarias de Guinea y Senegal que se asentaron en Perú, procedía de una familia de artistas peruanos reconocida en el país. Su hermana Victoria Santa Cruz fue una reconocida compositora y su hermano, Nicomedes, poeta residente en España quien lo mencionaba como el torero de Carabanchel. Rafael fue el primero de sus hermanos cuyo arte fue conocido. Atraído por su afición al toreo fue asiduo de la plaza de toros de Acho, formándose en la escuela taurina creada en ella. En el coso limeño se vistió de luces por primera vez, fue el 23 de marzo de 1947, en una novillada en la que se presentó junto a Isidoro Morales y el Trujillano. Ganó el Escapulario de oro de la Feria del Señor de los Milagros en la novillada del 31 de octubre de 1948, cuarta de la serie, tras lidiar un novillo de la ganadería de Víctor Delgado por el que salió a hombros de la Plaza de Toros de Acho. El Escapulario de Oro es el máximo trofeo taurino del Perú. El 27 de marzo de 1949 tomó la alternativa en Perú. Fue su padrino Manuel Álvarez el Andaluz y como testigo actuó Raúl Acha Saénz Rovira –torero conocido por ser el padre del cantante Enmanuel–. Como trofeo obtuvo dos orejas y el rabo del segundo toro de su lote.2​3​4​5​

    En 1951 se trasladó a España donde lidió una quincena de novilladas en total, parte de ellas en la plaza de toros de Vista Alegre situada en el barrio de Carabanchel. Se presentó Las Ventas el 20 de julio de 1952 anunciado en cartel junto a Joselito Álvarez y Rafael Sánchez Saco, lidiaron novillos de Garro y de Díaz Guerra. Una semana después, el 27 de julio de 1952, tomó la alternativa en la plaza de Las Arenas de manos de Luis Miguel Dominguín, Rafael Ortega actuó de testigo. Lidió a Peluquero, un astado negro bragado herrado con el número 82.1​ Continuó su trayectoria lidiando en el Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Panamá, México, Portugal, España y Francia.2​3​

    Era un torero con valor y excepcional que dominaba los lances como la verónica, las manoletinas ceñidas y las suertes, imponiéndose a sus adversarios con facilidad. Logró ganarse al público con su estilo sorpresivo en los ruedos y con los desplantes, en ocasiones temerarios. Su tauromaquia se fijaba en la estética del diestro Bienvenida. Como torero mostró rara estampa ya que era alto y corpulento. Gustaba de salir al ruedo vestido de celeste y oro.3​

    Se retiró en Acho en 1962. Además de a la tauromaquia dedicó su tiempo al cine, al teatro y al periodismo taurino.1​ Falleció el 11 de marzo de 1991, en la ciudad de Lima.3​

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  • MRG
    MRG

    Hay al menos otro torero de raza negra anterior a Chibanga y a Santa Cruz. Se trata del peruano Pedro Alfaro Castro «Facultades de Lima», nacido en Lima en 1896, que había tomado la alternativa en su país y volvió a tomarla , según unos, en Andújar (Jaén) el 28 de abril de 1929 de manos de Algabeño, con Paco Perlacia de testigo; según otros en Écija (Sevilla) el 21 de mayo siguiente con los mismos compañeros de cartel y toros de López Plata. Lo cierto es que el 25 de julio de 1929 actuó ya como matador de alternativa en la plaza de Córdoba, abriendo el cartel de un festejo mixto en el que sufrió una grave cornada en el vientre que estuvo a punto de costarle la vida. y de la que tardó un mes en curar.

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