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cultura africana contemporánea

Paul Sika, un Tolkien con una cámara en la mano

Autora invitada: Ángeles Jurado*

El fotógrafo marfileño Paul Sika vive inmerso en un mundo sicodélico de colores imposibles, texturas desgarradas, luminosidades casi esotéricas y composiciones que vibran de vida y emociones.  Sus influencias se remontan a una infancia entre saltos de Mario Bros y batallas de Double Dragon, Pokemon o Zelda. Un día descubrió el universo de Matrix en un escaparate de Tottenham Court Road y vivió una iluminación creativa. A caballo entre la fotografía y el cine, instalado en su Abiyán natal, Paul Sika se ha convertido, con su libro At the heart of me, en número 1 de ventas de Amazon en la categoría de historia del arte africano. Le entrevista la CNN, triunfa en su país y en las redes sociales y, además, está preparado para impresionar al mundo.

Los videojuegos han tenido un gran papel en mi vida desde que los descubrí con 5 años

paulsikaPaul Sika nació el 13 de julio de 1985 en la capital económica de Costa de Marfil.  Desde muy pequeño, se interesó por el mundo audiovisual.  “Los videojuegos han tenido un gran papel en mi vida desde que los descubrí  con 5 años” – explica por correo electrónico. Se enamoró de la Nintendo con títulos como Mario Bros y Double Dragon, y pasó a la Super Nes, con el Street Fighter. “Street Fighter me introdujo, en cierta medida, en otra dimensión de la competición y el desarrollo de la estrategia”, afirma antes de asegurar también que no se pueden explicar ni su infancia ni su adolescencia sin mencionar el mundo de los videojuegos ni, sobre todo, el anime. Consumidor voraz de animación, es rotundo: “su estética alimentó mi deseo inconsciente de un mundo estilizado”. Nombra a los sospechosos habituales: Dragon Ball Z, Goldorak, Snow White…

Tras los videojuegos y el mundo manga, llegó el descubrimiento del ordenador como herramienta de trabajo y de las ilimitadas posibilidades de internet. “Se me hizo claro que, mientras que los videojuegos tenían posibilidades finitas y más o menos se desarrollaban en un mundo, los sistemas de los ordenadores e internet abrían mares de descubrimientos ante mis humildes expectativas” –comenta-  “La programación fue otro paso importante para mi crecimiento. En el instituto, invertía mi tiempo en crear una calculadora programable, versiones más sencillas de mis juegos favoritos de aquellos tiempos como Zelda y Pokemon, etc.”.

Con el título de bachillerato en la mano, Paul Sika tomó la dirección de la ingeniería de software, al considerar que ése era el camino natural hacia la creación de videojuegos, lo que había considerado su gran pasión desde la infancia. “Ésa era mi ambición, que justificaba mi llegada a Londres en 2003”, apunta.

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Me pregunté “¿es éste el tipo de imaginación requerido para hacer grandes películas?”. Porque si lo es, creo que estoy bien preparado

Londres se ofreció ante los ojos maravillados de Paul como un mundo nuevo y fascinante en el que se zambulló con pasión y alegría: librerías, tiendas de comida, programas de televisión, gente cosmopolita, cines, … Allí también le esperaba un paseo por Tottenham Court Road que le viró la vida. Pasaban el tráiler de The Matrix 2: Reloaded en un escaparate y el Paul que todavía no había cumplido 20 años, con la piel aún acariciada por las reminiscencias de la Laguna Ebrié y los circuitos neuronales llenos de personajes manga, se sintió completamente subyugado por la escena de una persecución por la autopista, con un agente que saltaba de un coche y estrellaba otro.  “Me pregunté “¿es éste el tipo de imaginación requerido para hacer grandes películas?”. Porque si lo es, creo que estoy bien preparado”, recuerda.

Paul se compró una cámara para experimentar con la fotografía estática y decidió entrar en una escuela de cine cuando finalizara los estudios en ingeniería. Lo demás es historia: regresó a Costa de Marfil, siguió explorando con las imágenes y creó su propio lenguaje, único y arrollador. Un encuentro entre cine y fotografía al que bautizó como photomaking. Con él, Paul Sika ha comenzado a contar las historias del mundo de Paisley, un concepto que aparece en su colección Lilian’s Appeal y que se define como sigue: “Paisley es lo que es más hermoso del mundo, Paisley es cuando tienes la cantidad correcta de todas las cosas”.

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Franck-Hermann Ekra, crítico de arte marfileño que obtuvo el primer premio para jóvenes críticos de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, comparó a Paul Sika con Tolkien. Los dos, creadores de universos hipnóticos y complejos: Tolkien, con palabras; Sika, con colecciones de imágenes escenificadas que mezclan lo onírico, las referencias cinematográficas y mensajes más o menos crípticos bajo un sol tropical de justicia, enmascarado por unos efectos de postproducción que hacen estallar sus imágenes en una orgía de colores improbables.

Como Tolkien, Sika hace soñar con mundos lejanos, donde esbeltas bellezas negras, bruñidas como ídolos paganos, se erigen en el centro de una película congelada en el tiempo y preñada de significados.  Las luces de Sika queman nuestras retinas y nos impiden, como las pastillas rojas en Matrix, dormir otra vez, depositándonos en el País de las Maravillas.

Más sobre el trabajo de Paul Sika: www.paulsika.com | Twitter: @paulsika | Facebook: https://www.facebook.com/PaulSikaWorld

*Ángeles Jurado. Periodista y escritora. Trabaja en el equipo de comunicación de Casa África desde 2007 y escribe en el blog «África no es un país» del periódico El País.

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