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cultura africana contemporánea

Simon Njami: «Sólo analizando las cosas podemos proyectarnos, el silencio es ridículo»

Especial Dak’ART 2016

«Las preguntas son demasiado largas, las respuestas son demasiado largas…» suspira con algo de hastío cerrando la puerta del coche, al acabar la rueda de prensa. Más que una conferencia, se hubiera pensado en una clase de secundaria en la que los periodistas hacían el papel de alumnos poco aplicados. En guisa de profesor, micrófono en mano, Njami ha tenido que aleccionarlos: «En ninguna de las preguntas que he escuchado se ha hablado de arte, (…) ni se le ha hecho ninguna pregunta a Youssef Limoud [presente en la sala] sobre su creación«.

Es una situación que resume bien lo que viene ocurriendo en esta Dak’ART 12. Las conversaciones en el medio cultural y la prensa pivotan en torno a detalles, motivadas por esa polémica que nació en el momento en que Simon Njami entró en escena como director artístico de esta edición, sólo cuatro meses antes de su celebración. Lo ajustado del tiempo hizo que muchas miradas se girasen hacia él. No bastan las ganas, también hace falta mucha valentía para ponerse al frente de la organización de una bienal que tiene fama de caótica, declarando además que las cosas van a cambiar y que será un gran éxito. Pero el origen de la bronca viene de su estilo franco y sin complejos. En enero decía que la «bienal está muriendo suavemente» por culpa, entre otros, de un «estancamiento» y una «quiebra estructural» contra los que nadie lucha. Tras repasar largamente los síntomas de la enfermedad de la que adolece la Dak’ART, Njami se «atrevió» a afirmar, al presentar el proyecto de formación para jóvenes periodistas, que hay «una verdadera falta de reflexión crítica en el continente africano«. La polémica estaba servida.

revue noire

En un periódico local leíamos que sus declaraciones «prueban malhonestidad intelectual notoria y (…) están abarrotadas de falsedades«. El artículo sigue reaccionando con animadversión, describiendo así al director artístico: «nacido en Suiza, criado en el frío poco creador de su entorno artístico, muy limitado como comisario de exposición de lo que se jacta, muy poco productivo como escritor que se reclama». Sin embargo, el recorrido profesional de Njami habla por él, sin necesidad de que se venda. Cofundador de la mítica Revue Noire, pasó de niño prodigio y joven jurista a figura imprescindible en el mundo del arte, por ser uno de los primeros que reivindicaron el lugar del arte no occidental en este universo. Ensayista, crítico y consultor de arte, involucrado en proyectos como AtWork, ha escrito las biografías de James Baldwin y Léopold Sédar Senghor. Y de bienales y encuentros sabe un rato, por haber participado en calidad de director o co-comisario en citas como la primera Feria de Arte Africano de Johannesburg, la Trienal de Luanda, los Rencontres Photo de Bamako, la bienal Picha de Lumumbashi, etc. Y fuera de África, ha trabajado en instituciones de la talla del MMK, la Smithsonian o la Bienal de Venecia. A él le debemos también la maravillosa Africa Remix. Para seguir con la lista, tendríamos que dedicarle todo un artículo a su prolífica biografía.

«No hay nada que probar«, dice con su voz pausada, mientras el tráfico de Plateau rodea el coche en el que hacemos esta entrevista:

¿No está cansado de este debate sobre si la Biennale ha salido bien o ha salido mal?

No estoy cansado de este debate, es que no me interesa. Porque, además, se trata de nociones que no significan mucho. Un examen puede parecer un fracaso o un éxito, porque es un examen. De todas formas, los que trabajan no son quienes deben juzgar, sino los otros. Ya veremos lo que dicen. Según lo que he podido escuchar hasta ahora, es más bien positivo.

Lo que es irritante de estas preguntas es que no son fundamentales, sino preguntas triviales, detalles. No llegó mi taxi, me han robado la cámara, etc. Cosas que no tienen necesariamente nada que ver con el proyecto propuesto. Por eso dejo esto de lado, porque no me interesa.

Usted lo había dicho antes, durante la rueda de prensa, es algo que quizás ocurre demasiado a menudo en África, eso de perderse en los detalles.

No es solamente en África pero aquí, quizás, tiene una mayor envergadura. Es la amplitud de visión de la que hablaba durante la conferencia: el telescopio tiene un agujero pequeño y otro grande, y cuando estamos de uno de los lados del telescopio, no llegamos a ver la luna. El sabio muestra la luna y el pequeño mira al dedo. Es eso.

Cuando estamos en un contexto determinado estamos tan contaminados por él que no llegamos a tener el desapego necesario para ver bien. Y eso pasa en cualquier país del mundo; los que llegan tienen una visión más global que los que están dentro. Es la metáfora de los que aterrizan, que cuando van llegando tienen una mejor vista que los que están dentro.

Acaba de decir que son los otros quienes deben juzgar, pero durante la rueda de prensa también ha afirmado que piensa que se trata de la mejor bienal hasta ahora. 

Absolutamente.

Detalle de la instalación de Youssef Limoud © afribuku
Detalle de la instalación de Youssef Limoud © afribuku 

¿Lo piensa, entonces?

Sí, claro que lo pienso. Y después, lo que yo pienso es mi problema.  Cuando hago algo, es con el objetivo de hacerlo lo mejor posible, y no voy a firmar algo para decir que es lo peor; desde el momento en que suscribo, lo asumo… por fuerza, pienso que es lo mejor que ha podido ocurrir.

Es verdad que hay mucha gente contenta. ¿Pero es consciente de que se ha hecho muchos enemigos, sobre todo aquí en Senegal? 

Totalmente. El agujero pequeño del telescopio…

Hay gente que no le aprecia porque usted se ha atrevido a juzgar la manera en que las cosas han funcionado hasta ahora y a hablar sobre cómo se debería mejorar. 

Yo no he emitido un juicio, sino una mirada y un análisis, sin los cuales pienso que no se puede avanzar. Si se hace una cosa, se la debe analizar; sólo analizando nos podemos proyectar. Y el silencio es ridículo.

Se dice que no respeto, que dice que desprecio, se dice esto, lo otro…  Yo soy simplemente alguien que se expresa y que dice lo que piensa cuando lo piensa. Después, cada uno tiene el derecho de opinar como quiera. Pero si queremos trabajar tendremos que hacer que las cosas avancen.

Volvemos al agujero pequeño del telescopio. Hay un anclaje a lo simbólico, como hablábamos antes: se le da mucha importancia al protocolo. A mí me da igual el protocolo. No tengo nada en contra, pero no es por lo que estoy aquí. Los que quieran seguir el protocolo, que lo hagan. Pero lo que me molesta un poco a veces es que el protocolo tenga más importancia que la propia bienal, porque sin bienal no habría protocolo, por lo tanto…

Yo defiendo mi trabajo, los otros que hagan lo que quieran…

¿Qué le hace entonces decir que es la mejor Biennale hasta ahora? ¿Qué es lo que ha mejorado tanto? 

Lo primero, el lugar, que da una dimensión de bienal a esta edición. Como decía a los periodistas hace un rato, si meto el caballo de Lavar Munroe en el sitio habitual de la Biennale, ya no puedo meter el cubo de Fadugba, ni la instalación de Kader Attia, ni a Billi Bidjocka…  El trabajo de Youssef Limoud, es imposible meterlo en un espacio exiguo. Por eso me pareció crucial tener un lugar donde pudiera invitar a artistas para presentar proposiciones fuertes.

Una bienal no es una exposición, es un evento que ocurre cada dos años, y se juzga una bienal por su dimensión, tanto física como conceptual. No se puede decir, voy a hacer una bienal en un falso «patio», todavía menos si es más bien gris, es completamente ridículo. Por eso se utilizan los espacios industriales. Yo he tenido la suerte de disponer de un lugar que es completamente «rock & roll», si me permites la expresión, un lugar que llevaba 20 ó 25 años cerrado.

Y que además había sido utilizado antes…

… en 1966, para el Festival de las Artes Negras. Es un lugar crucial. Y el IFAN, donde discurría tradicionalmente la Biennale, no se reconoce. Antes había comisarios y artistas de Estados Unidos, hoy yo he invitado a seis comisarios de cuatro continentes para que hagan propuestas, tenemos un espacio que respira, y se ven otras cosas que no se acostumbraba a ver en este lugar.. Me han confirmado que no tiene nada que ver con lo que había antes.

lavar munroe
«In The Shadow of His Father He Journeyed», Lavar Munroe © afribuku 

Es todo eso lo que me hace decir que es la mejor Biennale hasta ahora. Y yo las he visto todas, salvo una. Pero lo que no suelen comprender…

¿Quiénes?

En Senegal; ocurre un poco en todos sitios.  Lo que se tiende a malinterpretar es la manera en la que utilizo las palabras. Cuando  digo «la mejor» bienal, comprenden otra cosa. Pero yo les estaba diciendo antes que espero que la del año próximo sea mejor, con lo que no es algo «absoluto», sino completamente temporal. Y no sé si es por timidez o por educación, pero parece que el tema es más sensible que en otros sitios, la gente no lleva bien eso de tener una mirada frontal.

Respecto a la elección de los artistas, ¿por qué esta fuerte presencia de Nigeria? 

Porque una parte de los artistas que están presentes llegan de una llamada a candidatura. Y, si no me equivoco, ha habido cerca de 400 candidaturas, y de este montón he cogido unos treinta artistas. Da la casualidad que este año Nigeria ha enviado muchas candidaturas.  Y estoy seguro que ninguno de los artistas nigerianos de esta edición ha sido escogido directamente. De los 66 artistas, 30 han sido escogidos por candidatura, por las propuestas que han enviado, y 30 que yo he invitado directamente.

En cuanto al aspecto conceptual de las obras de los artistas africanos, las temáticas que abordan discurren muy a menudo alrededor de la identidad poscolonial, la identidad africana, la posición del africano en el mundo…

Youssef Limoud no ha hablado de eso, Billi Bidjocka tampoco, Lavar Munroe no ha hablado de eso… Algunos de ellos se preocupan por ciertas cuestiones, sí… pero Kader Attia hace árboles con formas que cuelgan; el que quiera, que lo comprenda. Billi Bidjocka ha hecho un banquete, una última cena. Youssef, una ciudad. Todo es político en el arte. Hay cosas que son abiertamente más políticas que otras. Está claro que hay gente que hablan sobre la famosa poscolonia, y es una cuestión legítima.

Por supuesto, es legítimo. 

Después, son las traducciones las que me interesan o no.

Nuestro coche ha llegado a destino, no lo voy a retrasar más, pero tengo una última pregunta. Usted había declarado que quería acercar la Biennale a la población local, ¿cree que lo ha conseguido?

Se trata de un proceso, de un largo camino. Pero hemos incluido el Afropixel en el programa oficial, por ejemplo. Hay un montón de programas que no has visto. Hay por ejemplo autobuses que forman parte de la Biennale y que circulan con obras. O lo que ocurre con el Festigraff, que está incluido en el IN. Esta mañana llegaron 40 niños de un colegio a visitar la Estación. Pero hay tantas cosas que no se puede esperar que todo cambie de la noche a la mañana. De todas formas, no es un problema únicamente senegalés, sino un problema que se conoce en todos sitios. Ahora bien, tenemos que encontrar las estrategias locales para que se pueda llegar a acercar el arte al gran público.

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Foto de portada © David Damoison

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