Autora
La autora de un reciente artículo de Okayafrica sobre la Feria de Arte Contemporáneo Africano 1:54 celebrada en Londres desafió la definición laica de arte africano como “arte hecho por un artista africano”, declarando lo siguiente: «A menudo, parece que la identidad del artista es suficiente para que su trabajo sea categorizado como arte africano, en lugar de tomarse en cuenta la sustancia de la obra». Esto es válido en el caso de artistas como Man Ray y Pablo Picasso, de origen americano y español respectivamente, quienes utilizaron las máscaras ceremoniales africanas y que no son categorizados en modo alguno como ‘artistas africanos’ o de ‘arte africano’.
La separación entre arte e identidad africana es rebuscada, y el maridaje de ambos no siempre incorrecto. La asociación de ambos se vuelve problemática cuando se clasifica el arte o al artista basándose en prejuicios sobre el continente. Dos artistas cuyos trabajos recientes desafían la conexión entre identidad y arte son Ato Malinda y Yinka Shonibare MBE. Ambos expusieron en Londres el pasado mes de octubre, Malinda en la feria 1:54 y Shonibare en una exposición individual en otro espacio en la misma ciudad. Son, asimismo, los artistas premiados en los primeros Annual African Art Awards.
En entrevistas separadas, cada uno de ellos me reveló cómo enfrentan el conflicto entre identidad cultural y práctica artística.
En primer lugar, me considero a mí misma una artista. Pero una artista a la que le gusta hacer un trabajo sobre África, aunque también sobre otras cosas… Hay muchos elementos que conforman mi identidad y el hecho de ser africana no es la única. —Ato Malinda
Malinda es una artista multidisciplinar nacida en Nairobi. A través de su práctica diversa, investiga la naturaleza híbrida de la identidad africana, refutando nociones de autenticidad y prestando atención a temas de género y sexualidad. Recientemente, Malinda participó en una residencia artística en el Museo Nacional de Dinamarca, durante la cual examinó cómo se construye la memoria: los pensamientos y recolecciones producidos por la Historia y la propia percepción que conforman el pensamiento cultural institucionalizado que da forma a nuestro pensamiento colectivo y, de manera inevitable, los prejuicios (familiaridades) que son un a priori en los hechos históricos.
Malinda estudió de qué manera los objetos africanos son expuestos en los museos occidentales. “Estuve observando la idea de sinécdoque, que hace referencia a cuando pequeños fragmentos de una cultura son exhibidos como una cultura completa. Eso ocurre muy a menudo en exposiciones etnográficas”, explica. La forma en la que el Museo de Dinamarca exhibe el arte africano acabó resultando horrible. Malinda apunta que la sala de exposición estaba titulada simplemente como “África”, los utensilios individuales no tenían ningún tipo de etiqueta y todo era monocromático: todo era marrón, tanto el tipo de objetos de disposición, del estilo de un garaje mecánico, y los muros que separaban las exposiciones del resto del espacio abierto del museo. Malinda también descubrió que no se había tocado la exposición desde que el comisario reuniera los objetos, hace 20 años. Y que, en los pasados 10 años, el comisario se había jubilado y hasta fallecido. “Todo eso me hizo reír de incredulidad”, dice.
En respuesta, Malinda creó una performance que desafiaba la construcción de “marrón”. Eligió a varios participantes, la mayoría europeos, para pintar bloques con el mismo tono de marrón, uno sobre otro, una y otra vez. Se trataba de una manera de ilustrar cómo la percepción -las memorias- de África se mantienen constantes a pesar del cambio (siendo el cambio aquí una nueva capa de pintura), concretamente desde el punto de vista europeo.
Por supuesto, la objetivización del “arte africano” en el marco del museo no constituye un absoluto. Un ejemplo destacado fue la reciente exposición “Disguise: Masks and Global African Art “ (Disfraz: Máscaras y Arte Africano Mundial) en el Museo de Brooklyn. Disguise unía máscaras tradicionales con reinterpretaciones contemporáneas de mascaradas realizadas por parte de artistas africanos y de la diáspora en una “instalación inmersiva y viva de vídeo y de arte digital, sonoro e instalaciones, así como fotografía y escultura”.
En la universidad tuve que empezar a comprender el concepto de identidad en el arte. Mis tutores querían saber por qué yo no hacía arte africano. —Yinka Shonibare MBE
La epifanía de Shonibare sobre la ligación entre el arte africano y la identidad africana pasó a llamar la atención en la universidad en Londres, cuando sus profesores se empezaron a preguntar, aturdidos, por qué su estudiante africano no estaba haciendo “arte africano”. Él mismo desconcertado, pues pensaba que los artistas simplemente creaban arte y no un subgrupo cultural del mismo, empezó a estudiar la aplicación artística de una de las marcas distintivas del continente africano: el estampado wax.
El tejido espampado wax que, a pesar de su ubicuidad respecto al continente, tiene realmente un origen holandés e indonesio, se volvió la marca de Shonibare. El artista usa el estampado wax para representar la flexibilidad de la identidad africana, el colonialismo y el poscolonialismo dentro del contexto contemporáneo de la globalización.
Shonibare había incorporado anteriormente el elemento físico textil en su trabajo artístico, pero ahora presenta una aplicación de la tela diferente en su nuevo show: …and the Wall Fell Away (…y el Muro Desapareció). Ahora solo pinta los estampados de la tela, abandonando el material físico. Dejando únicamente rastros de los motivos del batik, Shonibare proporciona un punto de vista personal respecto a las complejidades de la identidad, la nacionalidad y la historia colonial, como se explica en la nota de prensa de la exposición.
El artista, nacido en Londres y criado en Nigeria, incorpora a su pieza movimiento (como en su coreografía de disfraces, Un ballo in maschera). Habla sobre su afinidad con el movimiento: “me gusta que las cosas sean dinámicas visualmente, no solo formalmente; la narrativa de la inmigración y el movimiento físico están presentes en mi trabajo”. El título de su exhibición hace referencia a “la actual situación política global y ataca el argumento de que los extranjeros tienen que ser mantenidos aparte”. Y añade: “quería echar esos muros abajo y desmantelar las fronteras [del entendimiento occidental]”.
Como ocurre con el arte y la identidad cultural, la migración ha sufrido una relación estrecha con el concepto de “marrón”. A través del arte, Shonibare asume el control de esta narrativa.
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* Nadia Sesay es la editora de BLANC Modern Africa, una revista sobre arte contemporáneo y cultura inspirada exclusivamente en África y su diáspora. Sesay está instalada en Washington, desde donde viaja alrededor del mundo a la búsqueda de su pasión, el arte.
Este artículo fue publicado originalmente en Okayafrica.