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cultura africana contemporánea

Ateliers de la pensée #2 : Pensando el mundo desde otros centros

Por segundo año consecutivo, se ha reunido en Senegal una selecta legión de intelectuales y figuras de la cultura, principalmente africanos, con motivo de la última edición de los «Talleres del Pensamiento», elevando la densidad de materia gris en Dakar y en parte de los medios francófonos. Objetivo: reflexionar y debatir los próximos desafíos planetarios desde África. Un complot dirigido por Felwine Sarr y Achille Mbembe.

Si está leyendo esto, en este espacio digital, seguro que le suenan nombres como Alain Mabanckou, Simon Njami, Celestin Monga o Françoise Vergès. Si está leyendo esto, me comprenderá. Es difícil describirlo sin pecar de idolatría: durante cuatro gloriosos días, los dioses han bajado del panteón para, entre cafés, cigarrillos y otros mundanos pormenores, conversar entre ellos y con nosotros, en un diálogo intenso con vocación universal. Así han sido los Ateliers, un «Festival de las ideas«, como los ha apodado el filósofo camerunés Achille Mbembe. Si la edición de 2016 nacía con el propósito de pensar (o repensar) África desde dentro, la actual ha mirado desde allí al globo terráqueo en su totalidad, como lo haría un niño que observa mientras lo hace girar, sin complejos ni reparos. Y es que «África no es un continente que esté fuera del mundo«, como recordaba el economista senegalés Felwine Sarr. Los cambios dramáticos que están actualmente en curso en nuestro planeta tienen consecuencias -y orígenes- en sus cuatro rincones. Lo explicaba Mbembe en la presentación: «Una forma de vida está terminando en la Tierra, hay algo que llega a su fin, vivimos una metamorfosis. [Se hace necesario] retomar la cuestión de nuestro mundo común a partir de África, plantar cara a las crisis que se desarrollan en numerosos lugares del mundo«.

Sesión en la Universidad Cheikh Anta Diop.
Sesión en la Universidad Cheikh Anta Diop.

Además de duplicar el número de intervinientes de la divina constelación, como respuesta al gran eco obtenido el año anterior y señal de que la iniciativa va por muy buen camino, otra de las novedades ha sido la de ampliar las disciplinas. Los encuentros han salido así del área estrictamente intelectual para incluir otros tipos de pensamiento no discursivos, concretamente las formas de expresión artísticas. De ese medio creativo se contaban pues comisarios como Marie-Anne Yemsi, directora de la próxima Bienal de Fotografía de Bamako, el ya mencionado Simon Njami o Ntone Edjabe, fundador de la conocida revista Chimurenga. Una tropa camerunesa a la que se sumaban entre otros el cineasta Jean Pierre Bekolo y el escritor y crítico de arte Lionel Manga, y que hubiera levantado sospechas de «neo-tribalismo» si no fuera porque conocemos ya el importante papel de Camerún en el arte contemporáneo. La pieza de teatro «We Call It Love»,  firmada por Felwine Sarr, encarnó la puesta en práctica de esa inclinación por los medios artísticos como vehículos para reflexionar sobre la realidad.

Alain Mabanckou y Sami Tchak
Alain Mabanckou y Sami Tchak

El programa incluía la proyección de  «África, el pensamiento en movimiento«, un documental de Bekolo sobre los primeros Ateliers de 2016. Imposible verla y no imaginar que la iniciativa pueda haberse inspirado de esos otros encuentros celebrados justo cuarenta años antes, también en Dakar, durante el primer el primer Festival Mundial de Artes Negras que reunió a figuras como Aminata Sow Fall, Aimé Césaire, Joséphine Baker o Duke Ellington, bajo el paraguas del ministerio creado por el presidente Senghor. Muy revelador lo declarado por Achille Mbembe en la apertura, cuando decía que la intención era «inscribir» esos momentos en la Historia.  Lo confirmamos, por unos días nos hemos sentido parte de un manual de esa asignatura.

Françoise Vergès
Françoise Vergès

Torre de marfil con vistas

«Después de cuatro días, veo que esto no es otra cosa que masturbación intelectual«, nos comentaba uno de los raros oyentes que no pertenecía al entorno académico, mientras que entre bambalinas uno de los participantes nos calificaba el evento como «un cónclave de iniciados«. Ninguna iniciativa con repercusión digna de ese nombre se libra de las críticas y, como ya ocurriera el pasado año, estas han señalado una desconexión del evento con el gran público y un exceso de especulación sin utilidad aparente. Nos llamaba la atención la falta de piedad de un artículo en el blog de un medio de referencia francés, con conclusiones que ni tenemos en cuenta después de leer un sacrilegio del nivel de «Alain Mabanckou (…), novelista sin la más mínima idea ni el más mínimo estilo«. Que sus progenitores perdonen al autor, por no saber lo que hace…

Jean Luc Raharimananan y Abdurahman Waberi
Jean Luc Raharimananan y Abdurahman Waberi

En nuestro horizonte construido sobre estadísticas, todo lo que no huele a número parece irrelevante,y la profesión de «pensador» no está muy bien vista en los tiempos que corren. Por una parte, se menosprecian las capacidades y el esfuerzo de formación; por otra, se ignoran completamente la relevancia de su labor. Un médico cura y salva vidas, un ingeniero diseña estructuras, un profesor enseña en la escuela. ¿Para qué sirve un filósofo o un artista? Aplaudimos la decisión de llevar un panel hasta los más jóvenes, un encuentro que se realizó en el Museo IFAN con estudiantes de primeros años de carrera y en el que una buena porción de figuras intentaron responder a la pregunta del millón: «¿Para qué sirve el trabajo de un escritor o de un artista?». Probablemente fue, de nuevo, Mbembe quien mejor lo supo explicar a los chavales: «Tengo la suerte de que me pagan por reflexionar y por hacer críticas, sin tener que preocuparme por aportar soluciones. ¿Por qué lo hago? Porque me doy cuenta de que la vida que vivo no es buena, y quiero encontrar las causas, saber por qué, para que las cosas cambien«.

Amzat Boukari
Amzat Boukari

Tal vez la idea de traer a Audrey Pulvar, una de las periodistas más conocidas en Francia, tenga que ver con el interés de difusión a un público mayor.  De otra manera, no llegamos a comprender muy bien su presencia en el evento pues, sin ánimo de desairar a la de Martinica, todo lo que aportó fue algunas cifras y unos rifirrafes con la reconocida historiadora Françoise Vergès frente al público, que a la vez que disfrutaba de la acción no llegó a entender muy bien el contexto oculto de ese choque de trenes. Otra pequeña disonancia en este armónico concierto fue la intervención del historiador Amzat Boukari, conocido panafricanista, que dejó claro haber respondido presente por afinidad con los iniciadores y demás participantes, dejando de lado sus reticencias en lo respecto a los financiadores y algunos de los lugares en los que se desarrolló el evento (entendemos que, especialmente, se refería al Instituto Francés). El gran escritor togolés Sami Tchak, en una brillante e irónica intervención, también recordó a los compañeros que para crear un discurso propio, no basta con ser elocuente a través de una retahíla de citas de otros escritores y pensadores, como el tan recurrente Glissant. Superficie versus densidad resumen la clave de la pertinente crítica del togolés.

Más allá de la abstracción

«Me ha gustado ver la palabra ‘talleres’ junto a ‘pensamiento’. Para mí eso quiere decir que estamos trabajando«, decía Njami. El ritmo de los debates no ha dejado dudas acerca del rodaje de las máquinas de cavilación. La dinámica ha impuesto unos diez minutos por participante, aproximadamente, para exponer su reflexión en torno a una temática principal, y una segunda parte para responder a las interpelaciones de sus colegas de meditación, sentados en los primeros bancos de las salas. Dos noches han permitido el intercambio con los espectadores de a pie, en una apertura final para debates con el público.

Benaouda Lebdai
Benaouda Lebdai

El gran eje temático de esta edición, «Condición Planetaria y política del [ser] vivo» da cuenta del amplísimo espacio que los organizadores dejan a la reflexión de todo tipo. Bajo un título así, absolutamente cualquier tema puede tratarse; economía, medio ambiente, inmigración y mobilidad, entre muchos otros, fueron los focos de atención de estos días. Las sesiones se abrieron con la intervención de Lionel Manga, al más puro estilo tradicional de África,  con una fábula poblada de animales que nos recordaba nuestro lugar -el del humano- en el planeta, como benjamines de una familia cuyos mayores no respetamos. Respuestas le surgieron a Manga por parte de sus compañeros, el primero Souleymane Bachir Diagne cuando, al hablar sobre el Derecho de los Animales, acordaba al humano un puesto especial de responsabilidad y también de preferencia, por el ser «el único animal consciente de su evolución«. Siempre interesante de escuchar, Françoise Vergès nos guió por la historia de la transformación del concepto de naturaleza con el advenimiento del nuevo mundo capitalista. Investigadora del régimen esclavista del imperialismo colonial, Vergès desveló con lucidez la relación entre el concepto de ‘cheap nature‘, una naturaleza al servicio de los humanos para su uso y disfrute, y de ‘cheap labour‘, esa fuerza de trabajo barata que constituían los esclavos. Especialmente impactante fue la intervención de Elsa Dorlin, donde a la violencia del aparato colonial se interponía el músculo o el cuerpo.

Una presencia especial tuvieron, como era de esperar, los paneles dedicados a la diáspora africana y las migraciones. A lo largo de los cuatro días, el concepto de frontera era machacado de diversas formas. Primero fue el Sahara, para el que el escritor Benaouda Lebdai proponía una nueva puesta en valor como territorio de potencial económico y de conexión, en lugar de frontera, inspirándose en la rica historia de este desierto y en algunas de las visiones literarias actuales sobre el mismo. Para hablar de identidad, Fred Eboko sacó al campo el tema del fútbol a través del caso de Samir Nasri como ejemplo de cómo un país occidental castiga el éxito de las minorías. La de Eboko fue una de las tantas intervenciones que nos sacaron más que una sonrisa, y es que la chanza fue la banda sonora que meció todo el programa, en forma de un buen cóctel de ironía e inteligencia. La risa, explicaba la marroquí Hanane Essaydi al hablar de literatura, es precisamente el instrumento de disidencia de África Subsahariana. Los Ateliers se clausuraron con la promesa de volver el próximo año, desmintiendo los rumores de que la envergadura del evento hace inviable que se celebren cada año.

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